A importância das primeiras relações do bebê no processo de desenvolvimento humano

A maduraçao do sistema nervoso humano tem início antes mesmo do nascimento e segue em constante desenvolvimento durante toda a vida. Nao obstante, é especialmente nos três primeiros anos de vida que a Neuroplasticidade proporciona uma valiosa formaçao anatómica e funcional ao bebê e à criança, de maneira que a maior adquisiçao de conhecimentos e habilidades se dao nesta fase.

A Neuroplasticidade é a capacidade de perfeiçoamento mental característico dos primeiros anos de vida da criança e é resultado dos estímulos que a mesma adquire do mundo social. Este processo possibilita que as experências, percepçoes, sensaçoes e aprendizados vividos pelo bebê fiquem registrados e que ele seja capaz de se adaptar ao seu entorno. Conseqüentemente, existe um considerável crescimento do volume cerebral no início da vida e um rápido e caótico desenvolvimento a nível global, com a adquisiçao de funçoes cognitivas, perceptivas, motoras, sociais, linguisticas e afetivas.

É por esta razao que todas as características do ser humano sao fruto da interaçao entre fatores genéticos e ambientais. Dita interaçao determinará a formaçao do sistema nervoso do indivíduo (mofológica, fisiológica e funcionalmente falando), podendo este constituir-se de maneira típica (saúde mental) ou atípica (deficiencia mental).

Devido à sua complexidade, as primeiras relaçoes infantis tem sido foco de diferentes estudos desde finais do século passado, principalmente a partir da propagaçao das teorías psicanalistas. De acordo com os autores que defendem este marco teórico, o desenvolvimento e a organizaçao da saúde mental do ser humano se constrói quando o cerebro ainda é imaduro, e depende fundamentalmente da existencia de uma relaçao segura, cálida, íntima, empática e continuada na primeira infancia, onde pais e filhos construem um apego seguro e encontram satisfaçao ao interatuar entre si, além de um entorno tranquilo, com amor e de bem estar familiar.

Por outro lado, existem investigaçoes que afirmam que muitos problemas psicológicos, às vezes crónicos e irreversíveis, surgem nestes mesmos primeiros anos de vida do indivíduo devido a fatores socio-familiares, de modo que a ausencia do adequado cuidado materno, o cuidado disperso e mecênico, os conflitos familiares, além de um entorno pouco estimulante e pobre em experiências comunicativas e de jogo, sao alguns dos principais fatores de risco para a saúde mental do sujeito. 

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La importância de las primeras relaciones del bebé en el proceso de desarrollo humano.

La maduración del sistema nervioso humano tiene inicio antes del mismo nacimiento y sigue en constante desarrollo durante toda la vida. Sin embargo, es especialmente al principio, sobre todo entre 0 y 3 años de edad, donde la plasticidad cerebral proporciona una valiosa formación anatómica y funcional del bebé y del niño, de modo que la mayor adquisición de conocimientos y habilidades se lucen en esta fase, por eso su importancia.

La Neuroplasticidad es, por tanto, la capacidad de perfeccionamiento mental característico de los primeros años de vida del niño a partir de los estímulos que adquiere del mundo social. Dicho proceso posibilita que las experiencias, percepciones, sensaciones y los aprendizajes vividos por el bebé se queden registrados (Torras de Beà, 2016) y que el mismo sea capaz de adaptarse a su entorno. En consecuencia, se muestra considerable crecimiento del volumen cerebral en el inicio de la vida y de su acelerado y caótico desarrollo a nivel global, con la adquisición de funciones cognitivas, perceptivas, motrices, sociales, lingüísticas y afectivas.

En este sentido, por un lado encontramos que durante la gestación predominan los factores biológicos y los heredados de los padres en la evolución del feto. En el momento en el que éste nace y se insiere automáticamente en el mundo social, los factores ambientales y relacionales pasan a ejercer una fuerte influencia en su desarrollo, siendo este un período sensible. Así, todas las características del ser humano son fruto de la interacción entre factores genéticos y ambientales. Dicho proceso determinará la formación del sistema nervioso del individuo (de manera morfológica, fisiológica y funcional), pudiendo este construirse de manera típica o atípica (Black et al., 1998).

Por tanto, las primeras relaciones, principalmente entre madre e hijo – una vez que la vinculación entre ella y el bebé tiene inicio desde el proceso de gestación por el cual pasa la mujer, y se hace todavía más fuerte debido a la lactancia (Torras de Beà, 2016) – ha sido foco de diversos estudios desde finales del siglo pasado, sobre todo a partir de la propagación de las teorías psicoanalíticas.

De acuerdo con los autores que defienden este marco teórico, el desarrollo y organización de la salud mental del ser humano se construye cuando el cerebro es todavía inmaduro y depende de la existencia de una relación segura (Amar, Llanos y García, 2004), cálida, íntima, empática y continuada en la primera infancia, dónde madre e hijo construyen un apego seguro y encuentren satisfacción al interactuar entre sí (Bowlby, 1969), además de un entorno tranquilo, amable y de bienestar familiar (Torras de Beà, 2016).

Por otro lado, existen investigaciones que afirman que muchos problemas psicopatológicos, a veces crónicos e irreversibles, surgen en los primeros años de la vida del individuo debido a factores socio-familiares. La ausencia del adecuado cuidado materno, el cuidado disperso y mecánico, los conflictos familiares, además de un entorno poco estimulante y pobre en experiencias comunicativas y de juego son algunos de los principales factores de riesgo para salud mental del sujeto.

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